Temo olvidar mi promesa, temo que esto jamás llegue a ti.
Pero eres eso, sólo un desconocido.
Pero ¡Oh, cuán importante eres! ¡Cuán vital fuiste!
Y quizá en lugar de ser sólo un desconocido eres varios, porque puedo conocer tu rostro y tu nombre, pero no a ti. Jamás hemos intercambiado palabra ni te he visto en persona. Me temo decirte que no soy de esas personas que pueden creer que te conocen, porque sé que no lo hago. Porque dentro de toda esta mentira, me asusta descubrir la verdad. No te conozco, aunque a veces me gustaría creer que sí.
No te conozco pero te debo tanto.
Y eso me lleva a recordar porque estoy escribiendo esta carta.
Sólo es un gracias, sólo eso.
Porque soy más bien simple, aunque me guste complicarme. Y soy torpe con las palabras, aun si disfruto de fingir que no es así.
Quizá esto va para dos desconocidos, uno del cual conozco su nombre y apellido, del cual he memorizado su rostro y su voz; el otro, el otro me ayudo a conocer al primero, aunque realmente no creo haberlo hecho nunca, me ayudo a apreciarlo, a admirarlo. De este desconocido ignoro el nombre, el rostro y el apellido, no he intercambiado con él más de quinientas palabras y sus respuestas jamás han sido directas, o quizá sí, pero jamás me dirigí a él, no de manera directa. Pensarás que es confuso, y lo es. Como te he dicho, tengo un gusto por hacer más complicadas las cosas de lo que son.
¿Adivinas quién es el primer desconocido?
El primero eres tú. Y el segundo, bueno, el segundo me marcó de una manera difícil de describir y me regreso un gusto que creí perdido, un anhelo que pensé se había extinguido. Justamente igual que tú, pero de una manera más sutil.
Y si soy honesta, debería incluir a un desconocido más, uno que logró cautivarme muchísimo, pero por el cual no podía evitar sentirme triste y frustrada. Porque siempre fui consciente de que no lo conocía y de que jamás llegaría a hacerlo. Este desconocido llegó a mi vida muchísimo tiempo antes de que supiera de tu existencia, cosa rara ya que es un poco menor que tú. Por mucho tiempo escucharlo fue lo que me mantuvo aquí, lo que me hacía feliz, lo que apartaba la amargura y el dolor, aunque a veces era lo que conseguía atraerlo. Pero en ese tiempo era eso lo que quería.
Ahora sueno como una persona triste ¿no es cierto?
Pues en ese tiempo lo fui, en ese tiempo no podía sonreír sin sentirme dar arcadas y no había razones reales para que lo intentara.
En ese tiempo sólo quería sentir. Y a través de él fue que pude reír y llorar. A través de él pude sentirme viva, aunque fuera sólo un poco.
Fui una persona triste y quizá aún, algunas veces, lo sea. Aun así espero que tú jamás te hayas sentido así de triste. Aún así espero que jamás hayas pensado en "esa" como la solución definitiva. Porque me sentiría muy triste, no puedo culparte ni reprenderte, pero si me sentiría curiosa.
Pues bien, ese desconocido me trajo mucha dicha y mucha tristeza, pero valía la pena, aunque todavía no fuera capaz de sonreír. Esa persona siempre va a formar parte de mi vida, y quizá su impacto debería ser comparado con el que causaste tú en mí. Pero no sé, no tengo la respuesta ahora.
Me pregunto si dentro de unos años aún sonreiré al escuchar su voz, me pregunto si en algunos años aún logrará conmoverme hasta las lágrimas.
¿Me estoy desviando mucho?
Si es así lo lamento, pero no puedo evitarlo, me gusta divagar demasiado.
Como ya te lo he dicho, soy torpe y también algo descuidada. Pero sobre todo desordenada, al menos respecto a mis ideas. Escribo las cosas tal y como vienen a mi mente, pero estoy tratando de ser honesta. Lo más honesta posible.
Pues bien, en algún momento te encontré, o bueno, llamaste mi atención con esa sonrisa tuya. Y no me he arrepentido de haberte mirado nunca. Y no creo hacerlo. Porque las cosas no hacía nada más que alargar mi permanencia en este sitio, pero ninguna era lo suficientemente buena como para convencerme definitivamente.
Pero con tu "llegada" las cosas comenzaron a cambiar, o quizá mi memoria me esté jugando una broma, pero al menos así lo veo ahora al mirar al pasado.
Quizá ahora te preguntes qué es exactamente lo que te estoy agradeciendo.
Bueno, resulta que todo radica en lo que hacía cada vez que te veía. ¿A que no adivinas qué? ¡Pues sonreía!
Así, natural, sin arcadas y sin nada. Espontanea y real. Y se sentía muy bien.
Aunque suene raro, te agradezco esa sonrisa tan hermosa que tienes.
Porque para mí no fue una común y corriente, fue la más bonita del mundo. La única que no parecía una mentira. Aunque quizá lo fuera, pero no me gusta pensar en esa posibilidad.
Quiero creer que aunque no te conozca, por lo menos conozco tu sonrisa.
No era una sonrisa común, era una de esas que aparecen de pronto y que no puedes evitar corresponder.
Quizá, te preguntes qué tiene de especial tu sonrisa.
Verás, simplemente es una sonrisa tan...tuya. Una que no puedes encontrar en cualquier lugar, o al menos eso creo. De esas que son el mejor maquillaje, la mejor medicina y la mejor recompensa luego de un día ajetreado. Era una de esas que te hacen contener el aliento, o mejor dicho, de esas que te quitan el aliento. De esas que son hermosas por lo amplias que son, de esas que pueden ser comparadas con la del gato de Alicia, que parecen tan inocentes como las de cualquier chiquillo. De esas que hacen lucir a la gente mucho más joven de lo que realmente es. De esas sonrisas que te hacen sentir un calorcito en el pecho y te hacen dar cuenta de que te estabas helando. No era una sonrisa común, era una tan contagiosa, tan cálida, tan única que mis labios se curvaban hacia arriba. Y ya sabes, era una de esas sonrisas que capaces de detener el tiempo, de esas que parecen eternas y que aún así deseas que duren un poco más.
Querido desconocido, espero que puedas entender un poquito esto. Con todo y lo torpe que es. Porque precisamente esa sonrisa tuya fue lo que me llevo a buscarte por doquier. Me gustaría conocerte, pero me asusta. No me malentiendas, no creo que seas mala persona o algo así. Una persona mala no podría sonreír así.
Bromeo, no creo que haya algo así como malas personas.
Sé que eres una persona y eso me basta. Me basta con saber que eres real y que sonríes en algún lugar, aunque yo no pueda verlo.
Entonces, creo que no tengo más que decir. Sólo gracias, gracias por poseer la sonrisa que tanto necesitaba y por mostrarla tan abiertamente.
Gracias por ser tú. Y espero, dónde quiera que estés, sigas sonriendo así radiantemente.
Y lo siento si te causo alguna incomodidad.
Pero no podía seguir siendo sólo una desconocida. Ahora soy una desconocida conocida o algo así.
Al menos creo que lo justo es que conozcas mi nombre, mi apellido y mi rostro. Y creo que es justo que también sepas porque mi interés en que sepas esto.
Eso sería todo de mi parte, y como te he dicho.
Esta es una promesa, una que no quiero olvidar.
Una que cuando llegue el momento voy a cumplir.
Y aún si no es así, si llego a olvidarla, si llego a romperla. Aún así seguirás siendo una parte importante de mi pasado, de lo que fui y de lo que soy.
Por eso ¡muchas gracias!
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