9/12/12

Dividido

Y a veces parecían creer que había alcanzado el Nirvana. Pero no, si estaba cerca o lejos, poco importaba. Sólo era él. ¿Acaso nadie entendía?
No era perfecto, distaba demasiado de serlo. Y sin embargo, un montón de gente lo adoraba, lo idolatraba, ¿lo amaba? Decir un montón era menospreciarse, ¡eran miles, por Dios!
Miles, miles de...desconocidos, apoyándolo, adorándolo; aguardando algo de él.
Y era genial, ¡vaya si lo era!
Pero era tanto peso, tanta presión.
Y todos parecían olvidar quien era realmente. ¿Acaso alguien lo sabía?
Todos conocían a esa persona, a esa perfecta persona, pero las personas son máscaras y la suya era maravillosa, encantadora para muchos; era sólo un papel para representar.
Un montón de gritos, un escenario y su voz, era todo. En ese momento su "yo" real salía a flote, no era más el personaje, era él simplemente.
Estaba harto de ser el personaje, el alterego, porque nadie le conocía, no como a los otros cuya imagen fue cambiando con el tiempo ¿y la suya? La suya era la misma.
Y cada uno parecía haber sido devorado por su personaje, o quizá simplemente se habían deshecho de él para siempre y eran ellos y sólo ellos.
Tenía miedo, a veces, porque no sabía dónde comenzaba "él" y dónde terminaba el "otro".
Y es que ese "otro" era su sueño, un "él" capaz de hacer todo lo que su verdadero "yo" no podía, un "él" hecho para triunfar, para encantar, para admirar, pero que era tan duro de mantener.
Era tan duro renunciar a su "yo" imperfecto.
Porque se gustaba y a la vez se detestaba un poco.
Porque su "yo" era aquello que saboteaba a aquel ser perfecto.
Su "yo" era aquella tristeza, aquella decepción, aquella debilidad, aquello que lo hacía extraño.
Su "yo" gustaba a quienes le conocían y a él mismo, pero aquellos a quienes les debía tanto a pesar de no conocerles, a aquellos que le dieron la oportunidad de cumplir su sueño, a quienes le impusieron aquel papel; a ellos no podía decepcionarlos, no podía mostrarles su verdadero "yo" luego de tanto tiempo mintiendo.
Y realmente quería mostrarse, porque a veces ese alterego, que tanto le había dado y tan cansado era de mantener, se volvía grotesco a sus ojos, tan falso y pretencioso; tan horrendo y asfixiante.
Y quería gritar y correr, llorar y nunca haber deseado ser algo más.
Nunca haber soñado algo así de grande.
Y odiaba no poder ser él mismo, casi tanto como amaba a ese papel.
Porque ese otro "él" era más fuerte, más valiente, más atrevido, más encantador; ¡mejor en todos los malditos sentidos!
Y él, el era tan...tan débil, tan vulnerable, tan poca cosa.
Era tan frustrante.
Se sentía tan encerrado.
En medio de una máscara que era tan difícil de quitar y de mantener.
¿Quién demonios era?
No sabía, francamente, sólo estaba buscando diferencias entre él y ese otro "él".
Algo que le dijera lo qué era, quién era.
Porque esa certeza se volvía cada vez más inestable, más borrosa.
Y la línea que los dividía se volvía confusa.
Y a la vez más clara, su ser entero estaba dividido.
No entendía, no entendía nada.
Ese "yo" que tanto quería mostrar y ese "personaje" eran lo mismo.
O al menos parte de lo mismo.
Sólo bastaba con fijarse bien, sólo bastaba con ver a través del "personaje" para descubrirle.
Porque poco a poco, iba mostrándose, porque aquel papel no era sólo una mentira, era una parte de él.
Aunque ni él mismo se diera cuenta.

Adiós

Te diré adiós, uno de estos días.
A ti y a este sentimiento, diré adiós.
No dolerá, no lo hará.
Diré adiós y no habrá más lágrimas.
No me dí cuenta antes, y lo siento.
Me enamoré de una idea.
Quise obsequiártelas, porque son como un tesoro y una tortura vergonzosa.
Tantas primeras veces, mis primeras primeras veces.
Y no tiene sentido, porque no las querías.
Aún así quise dártelas.
Y es tonto y vergonzoso.
Porque a veces son valiosas y otras dolorosas.
Y pensé en ti.
Siempre pensé en darlas a alguien.
Y mi respuesta eras tú.
Quizá hubiese sido más sencillo escogerle a ella.
Pero hubiese sido más doloroso aún.
No eres indispensable.
Y un día diremos adiós.
Un día estaré lista para hacerlo.
Pero a ella...a ella no podría.
No deseo darle un adiós.
Tampoco a ti, pero es necesario.
Este sentimiento se irá como llegó.
Sin hacer ruido se marchará.
Sin que lo noté siquiera.
Y ya no aguardaré por tu mirada.
Y no adoraré tu sonrisa.
Mis ojos llenos de estrellas ya no te miraran sólo a ti.
No buscaré en tu sonrisa lo que no encuentro en la mía.
Diremos adiós, un día.
Y no dolerá, no tanto.
Ya no temeré y no habrá más celos.
Quise que fueras mi primer amor, pero, honestamente, era tarde para ello.
Fuiste un sueño, uno hermoso.
Doloroso y dulce.
Y te quise, y te quiero.
Pero es hora de despertar.
Necesito otros sueños.
Y lo sabía, era peligroso.
Pero siempre lo hicimos ¿no?
Tomar del otro cuanto necesitáramos.
Y yo quería enamorarme, quería una razón, un motivo.
Y quería probar el amor, aunque fuera un poco.
Tomé todo cuanto pude para hacer crecer en mí la ilusión.
Pero al final, no conseguí nada.
Duele ¿sabes?
A veces te detesto casi tanto como te quiero.
Y es confuso.
No solíamos ser así, pero no hay vuelta atrás.
Y no quiero morir de celos.
Y te quiero, te quiero tanto que duele.
No es un adiós, pero lo será. 
Quizá no a ti, pero sí a este sentimiento.
Un día seré capaz de decirle "Hola" y "Adiós" a este sueño.
Por ahora, sólo quiero sonreír un momento.
Porque ese día, está cerca, tan cerca.
Y porque te quiero "Hola"

y "Adiós"