La sonrisa sabe mal. Pero no hay llanto, no hay sonido alguno.
Sólo caen, una tras otra. Y caen, caen y caen.
No hay gimoteos sólo silencio. Asfixiante y confuso.
Tan solo. Tan vacío. Tan mío.
Sólo hay mentiras y lágrimas.
Y la verdad duele, casi tanto como la mentira.
Quizá, sólo quizá...
esté llorando por costumbre.
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