3/3/13

Alas

Le quería, le quería tanto.
Cada mañana le veía pasar, veloz y despreocupado.
Era como un sueño, tan inalcanzable y hermoso.
Su piel inmaculada, tan suave e increíblemente pálida. 
Tanta blancura contrastaba con la negra vestimenta.
Y le veía pasar.
El viento le golpeaba el rostro, pero él amaba esa sensación.
Su cabello se alborotaba, pero aquello le hacía lucir más despreocupado.
Y yo le amaba así.
La velocidad le enloquecía.
Aspiraba libertad.
Buscaba olvidar.
Y yo le veía.
Le veía y le amaba.
Libre y veloz.
Era una mentira andante y rápida.
Deslizándose de aquí a allá sin ser realmente visto, así se fue clavando en mi pecho.
La chaqueta negra y desabrochada ondeaba, ondeaba tan hermosamente. La palidez hermosa contrastaba.
Y, si no te fijabas bien, parecían alas. Alas negras y torcidas, deshilachadas y rotas.
Como estaría su alma seguro.
Pero lo amaba con todo y su espíritu destrozado.
Y corría, casi volaba.
Le amé, le amé mucho, sobre todo aquella vez.
Él volaba y gritaba "Adiós" a cada metro que avanzaba y el sonido quedó grabado en mi mente.
Aquella vez yo también le vi pasar.
Vestido de negro, veloz y despreocupado.
Al menos en apariencia.
Se estampó contra aquel muro que tanto le gustaba observar.
La motocicleta se hizo añicos y él...
¡Oh él! ¡Nunca lució más hermoso!
Alas deshilachadas y rotas, negras y sombrías, resaltándo sus preciosas facciones, facciones angelicales, y su piel tan pura, tan preciosa, lucía más pálida con aquel contraste rojizo.
Y aquella vez, si respiraba libertad.
Aquella vez exhaló tristeza por última vez.
Y le amé, le amé mucho mientras le veía partir.

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