18/3/13

Costumbre

Y ellas caen, casi sin querer. Frías, amargas; sin razón aparente.
La sonrisa sabe mal. Pero no hay llanto, no hay sonido alguno.
Sólo caen, una tras otra. Y caen, caen y caen.
No hay gimoteos sólo silencio. Asfixiante y confuso.
Tan solo. Tan vacío. Tan mío.
Sólo hay mentiras y lágrimas.
Y la verdad duele, casi tanto como la mentira.
Quizá, sólo quizá... 
esté llorando por costumbre.

17/3/13

Tantos años sintiéndome sola no me han dejado disfrutar la dicha de tenerme a mí misma.

Máscara.

Es incómodo, porque siempre estuvo ahí.
Es triste, porque jamás podrá hacerme feliz.
Es tonto, porque mi "yo ideal" no me pertenece, no es mío y no es lo que quiero. Es lo que pensé que querían de mí.
Y son tantas cosas que calan hondo en el pecho.
Tantas mentiras. Tanto tiempo perdido.
Todo por una máscara. Una que ni siquiera era consciente de que poseía.
Y es duro ver mi rostro desnudo.
Es confuso, no reconocerme a mí misma.
Falta mucho, aún falta mucho para que la máscara termine de caerse.
Pero mientras tanto, recuperé mi sonrisa, esa que no es fingida, esa que no me asquea.
Mientras tanto lloro y rió, porque estoy más viva de lo que solía estar.
Mientras respiro libertad, aunque sea sólo de a ratos.
Y a veces las lágrimas caen, como si no fueran mías.
Y a veces la risa se apaga.
A veces me repugna el mundo entero.
A veces quiero huir.
Pero no lo haré, porque falta poco.
Y cuando caiga, quizá no me guste el resultado.
Pero que liberador es no tener que fingirse perfecta.

3/3/13

Sonrisa

Una sonrisa temblorosa adorna sus labios, y sabe mal, tan mal. No es como esas veces en las que está tan nervioso que no puede mantenerse quieto; no tiene porque sentirse así, simplemente es incómodo. Y el sabor a mentira le inunda el paladar. Traga con dificultad y trata de mantener aquella mueca. Las comisuras de su boca son jaladas hacia abajo, incapaces de mantener sus labios curvados. Y es incómodo, tan incómodo. Tan amargo.  Tan antinatural. 
"Respira profundo y sonríe" se repite, pero no tiene sentido. Aquella mueca absurda no engaña a nadie, aunque, quizá, no haya nadie a quien engañar.
Tan falsa. Tan patética. Tan absurda como su actuación.
Pero aún así es una sonrisa ¿verdad?
Una repulsiva, pero lo es y eso es lo que importa.

Alas

Le quería, le quería tanto.
Cada mañana le veía pasar, veloz y despreocupado.
Era como un sueño, tan inalcanzable y hermoso.
Su piel inmaculada, tan suave e increíblemente pálida. 
Tanta blancura contrastaba con la negra vestimenta.
Y le veía pasar.
El viento le golpeaba el rostro, pero él amaba esa sensación.
Su cabello se alborotaba, pero aquello le hacía lucir más despreocupado.
Y yo le amaba así.
La velocidad le enloquecía.
Aspiraba libertad.
Buscaba olvidar.
Y yo le veía.
Le veía y le amaba.
Libre y veloz.
Era una mentira andante y rápida.
Deslizándose de aquí a allá sin ser realmente visto, así se fue clavando en mi pecho.
La chaqueta negra y desabrochada ondeaba, ondeaba tan hermosamente. La palidez hermosa contrastaba.
Y, si no te fijabas bien, parecían alas. Alas negras y torcidas, deshilachadas y rotas.
Como estaría su alma seguro.
Pero lo amaba con todo y su espíritu destrozado.
Y corría, casi volaba.
Le amé, le amé mucho, sobre todo aquella vez.
Él volaba y gritaba "Adiós" a cada metro que avanzaba y el sonido quedó grabado en mi mente.
Aquella vez yo también le vi pasar.
Vestido de negro, veloz y despreocupado.
Al menos en apariencia.
Se estampó contra aquel muro que tanto le gustaba observar.
La motocicleta se hizo añicos y él...
¡Oh él! ¡Nunca lució más hermoso!
Alas deshilachadas y rotas, negras y sombrías, resaltándo sus preciosas facciones, facciones angelicales, y su piel tan pura, tan preciosa, lucía más pálida con aquel contraste rojizo.
Y aquella vez, si respiraba libertad.
Aquella vez exhaló tristeza por última vez.
Y le amé, le amé mucho mientras le veía partir.